viernes, 4 de febrero de 2011

A veces fuí

Sorprendido por lo que había visto durante la mañana, Don Juan se encaminaba hacia la ciudadela, donde su esposa e hijos lo encontrarían después de un largo viaje.

"Vaya, ¡qué milagros he visto en el viaje!", pensó y se sonrío al seguir por aquella vereda que estaba rodeada de árboles gigantescos.

Se detuvo. Y escuchó, afirmando lo que decía su corazón... alguién lo seguía. Con la mirada recorrió el sendero, y en él, se encontraba un joven delgado con cabellos rebeldes y mirada profunda.

¿Puedo ayudarte en algo?- preguntó Don Juan, acercandolé agua para beber.

Hoy te vi, y en ese momento mi corazón deseo ser como tú, viajero, aprendiz de la vida, sin ninguna preocupación más que comerciar entre las ciudades, lejos de ser exclavo... un alma libre. Entonces decidí, seguirte a lo lejos, observar tus movimientos y aprender de ellos, tal vez algún día, podría ser yo en tu lugar- el joven sonrió y se sentó al lado del camino.

... las lágrimas no tardarón en aparecer, lo recordaba, lo había visto antes, y así era, 37 años habían pasado desde ese día, aquel que cuando niño siguió a aquel comerciante de telas y había deseado ser como él... Pestañeo, miro todo el panorama... el joven había desaparecido...

Abrazó su corazón y respiro... ¿cómo había olvidado aquello?... ¿cómo no se había hecho consciente que desde aquella vez, desde aquel día, su sueño se convirtió en realidad?












Y hoy solo quería decirte cuánto te amo- grito a los árboles que le sonrieron.

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